Ítaca

No quiero grandes viajes.
De hecho, no quiero salir de casa.
El mundo entero me parece extraño.
Sólo quiero volver a Ítaca.

No necesito grandes lujos.
Lo esencial a menudo cuesta poco.
Me repugnan la vanidad y la ambición,
en esta carrera de autos locos.

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La noche oscura del alma

Me gustan los atardeceres, no sé bien por qué. Siempre me han gustado, desde pequeño. Sobre todo los de verano (son más largos), y también los de invierno (son más intensos). Tienen algo de romántico, de melancólico, supongo. Un día termina, y deja paso a la incertidumbre oscura de la noche. Después, vendrá otro día nuevo; ahora, los recuerdos y sensaciones del día que marcha se apagan, se almacenan en mi recuerdo, y se despiden.

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Princesa de la risa y el drama

Ella era la princesa de la risa y del drama. Cada vez que sonreía, derretía el hielo de las copas. Cuando nos miraba, nos embelesaba con su dulzura. Recuerdo los días de camping tanto como las noches, aunque bajo el sol nadábamos y dormíamos, y bajo la luna, el calor era distinto. Recuerdo también que las cervezas nos sabían dulces en vez de amargas, y que mucha gente envidiaba su sonrisa.

La primera vez que la vi, sus ojos brillaban tanto que tuve que apartar la mirada. Me pasé la noche mirando al suelo, pensando que yo nunca había matado un dragón. Después ella se marchó buscando aventuras, y estuvo un tiempo luchando en pos de fama y de gloria. Era la princesa más guerrera que nunca he conocido.

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Lepidópteros y bombones

Mira que he visto estrellas fugaces y soles y lunas y planetas enteros precipitarse al fuego y estallar en mil pedazos, y me han apuntado con linternas a la cara en plena noche oscura (ten amigos para esto), pero nunca he visto nada tan cegador como su luz cuando llega y te saluda. ¡Hola! Un simple ‘hola’ y ya se ha encendido la fábrica de sueños, las nubes de algodón ahora son de azúcar, y el arco iris que asoma por ahí se ha vuelto caramelo. Y luego, la película transcurre, y sucede, y hay buenos y malos, y unos fechorean a otros mientras otros aman a unos, o viceversa, no sé, porque a veces todo esto resulta algo enrevesado, ya sabéis, si es que están tan difíciles estos tiempos… y yo no tengo palomitas (ni microondas, y eso es aún peor porque tener el salado maíz pero no dónde cocerlo es lo más parecido al infierno), pero ¡qué demonios! no las necesito. Nunca he ido al cine sino por cebarme como un cerdo; quiero decir que esto es algo serio.

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Musas y hadas

Salí con una ligera esperanza, y al final nada cumplió las expectativas. Esas cosas pasan, lo sabe hasta un niñato. Pero, aun así, ¿que garantías puede tener un corredor de apuestas? ¿Qué cabe esperar de un alma libre si no es que se marche cuando sople el viento? Las aseguradoras a veces (aunque pocas) no ganan dinero. Me encanta el frescor de la lluvia, pero pregúntale a una roca qué opina al respecto. Que moldea, que descubre la parte más fuerte de su ser, su esencia, eliminando las débiles impurezas de la superficie. O no, al fin y al cabo, ¿cómo demonios te va a responder una piedra? Si arañas demasiado un corazón acabará dejando escapar la vida que guarda.

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Las hadas duermen muy poco

Los primeros días todo tiene su gracia, supongo; las expectativas cabalgan a lomos de tiranos con prisas, aunque después la situación comienza a perder sentido. Al principio sus pupilas son espejos de Narciso, y cada contorno suyo la máxima expresión del artista que alguna vez anhelamos llegar a ser.

Pero esas vagas sensaciones se acaban desvaneciendo como una bocanada de aire cuando respira sobre mi cuello, como un dulce beso acaba tornándose invisiblemente frío cuando cruza la escasa distancia que nos separa. Las hojas del calendario son inútiles en año nuevo.

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Cuando llueva

Te echaré de menos cuando llueva. Romperé tus fotos, pero no todas; en algunas no eres culpable. Me olvidaré de ti con el sol del mediodia, pero alguna lágrima saldrá a buscarte por las noches. Puede que no vuelva.

Visitaré algunos parques donde solías decirme que todo era cuestión de suerte, y volveré a casa por las calles en que decías ‘para siempre’… evitaré todas esas plazas donde algunas parejas se besan y se abrazan. A veces.

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