Princesa de la risa y el drama

Ella era la princesa de la risa y del drama. Cada vez que sonreía, derretía el hielo de las copas. Cuando nos miraba, nos embelesaba con su dulzura. Recuerdo los días de camping tanto como las noches, aunque bajo el sol nadábamos y dormíamos, y bajo la luna, el calor era distinto. Recuerdo también que las cervezas nos sabían dulces en vez de amargas, y que mucha gente envidiaba su sonrisa.

La primera vez que la vi, sus ojos brillaban tanto que tuve que apartar la mirada. Me pasé la noche mirando al suelo, pensando que yo nunca había matado un dragón. Después ella se marchó buscando aventuras, y estuvo un tiempo luchando en pos de fama y de gloria. Era la princesa más guerrera que nunca he conocido.

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Tiempo al tiempo

Puede que esta no sea tu noche, pero ahí fuera hay muchas calles con tu nombre. Hasta las ninfas salen de vez en cuando a jugar. Puede que el tiempo afecte tu capacidad de ver las cosas, pero tu punto de vista nunca afectará al tiempo. Puedes fotografiar un instante, pero jamás volverás a sentirlo, por muy alto que lo cuelgues en ese corcho tan lleno de besos robados. Quienes están destinados a encontrarse nacen en islas desiertas separadas y escriben libros con su Odisea. Tienen una barca sin remos y un manual para aprender a arreglar cafeteras rotas. Saben mucho, de casi todo, pero nunca saben suficiente de casi nada.

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Lepidópteros y bombones

Mira que he visto estrellas fugaces y soles y lunas y planetas enteros precipitarse al fuego y estallar en mil pedazos, y me han apuntado con linternas a la cara en plena noche oscura (ten amigos para esto), pero nunca he visto nada tan cegador como su luz cuando llega y te saluda. ¡Hola! Un simple ‘hola’ y ya se ha encendido la fábrica de sueños, las nubes de algodón ahora son de azúcar, y el arco iris que asoma por ahí se ha vuelto caramelo. Y luego, la película transcurre, y sucede, y hay buenos y malos, y unos fechorean a otros mientras otros aman a unos, o viceversa, no sé, porque a veces todo esto resulta algo enrevesado, ya sabéis, si es que están tan difíciles estos tiempos… y yo no tengo palomitas (ni microondas, y eso es aún peor porque tener el salado maíz pero no dónde cocerlo es lo más parecido al infierno), pero ¡qué demonios! no las necesito. Nunca he ido al cine sino por cebarme como un cerdo; quiero decir que esto es algo serio.

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Disfrazado

Sé de lo que hablo, porque alguna vez he hablado de lo que sé. Supongo que decir esto no es lo más correcto, pero qué demonios, nada de lo que tú necesitas se ha parecido nunca a lo más correcto. Sé lo que es vestirse de Caperucita y salir a comerse el bosque, a comer del bosque, a ser comido en el bosque. También sé que ella podría disfrazarse de Lobo si quisiera, porque un día yo lo hice, y nadie notó la diferencia.

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Las hadas duermen muy poco

Los primeros días todo tiene su gracia, supongo; las expectativas cabalgan a lomos de tiranos con prisas, aunque después la situación comienza a perder sentido. Al principio sus pupilas son espejos de Narciso, y cada contorno suyo la máxima expresión del artista que alguna vez anhelamos llegar a ser.

Pero esas vagas sensaciones se acaban desvaneciendo como una bocanada de aire cuando respira sobre mi cuello, como un dulce beso acaba tornándose invisiblemente frío cuando cruza la escasa distancia que nos separa. Las hojas del calendario son inútiles en año nuevo.

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Hielo y fuego

Puedes acercarte y llegar a rozarle, y todos dirán que fuiste la reina del baile. Pero las brasas queman si las coges con las manos desnudas.

En un mundo en el que puedes volar mas rápido que nadie sin salir de tu habitación, todos dirán que te lanzaste en picado. Hay veces que la gravedad te quiere o te necesita más que toda esa mierda que te metes en el cuerpo.

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Sonrisa

Es preciosa. No es una chica guapa cualquiera, vulgar y del montón. Quiero decir que es una de esas promesas que, cuando la ves aparecer, antes de que puedas mover los labios ya te ha dejado claro que nunca estarás a su altura. Ella es una de esas soñadoras que navegan entre bloques de hielo con un buque de cristal. Una de esas chicas duras que, antes de perder una lágrima, ya te ha metido una bala de plomo entre las cejas, y otra de oro en el corazón.

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