Tiempo al tiempo

Puede que esta no sea tu noche, pero ahí fuera hay muchas calles con tu nombre. Hasta las ninfas salen de vez en cuando a jugar. Puede que el tiempo afecte tu capacidad de ver las cosas, pero tu punto de vista nunca afectará al tiempo. Puedes fotografiar un instante, pero jamás volverás a sentirlo, por muy alto que lo cuelgues en ese corcho tan lleno de besos robados. Quienes están destinados a encontrarse nacen en islas desiertas separadas y escriben libros con su Odisea. Tienen una barca sin remos y un manual para aprender a arreglar cafeteras rotas. Saben mucho, de casi todo, pero nunca saben suficiente de casi nada.

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Parece

Algunos días el cielo está más nublado de lo normal, pero si no le prestas mucha atención parecerá todo lo contrario. Una niña es mayor o vieja según quieras pensarlo. Dos lunas de azul pueden ser tu condena o tu rescate. Entonces descubres que la chica más bonita de tus sueños, sólo es la chica más bonita de tus sueños. Siempre hay cosas mejores y peores que estar desnudo y esposado. Pero sólo vemos lo que queremos ver, me dijo un filósofo del siglo XXI que también hablaba de viejos sabios griegos, del precio del petróleo, o de cómo preparar una hamburguesa XXL sin derramar el pepinillo; así que, olvídate de todo.

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Jake (2005)

Jake era un chico del sur, alegre, soñador y vivaracho. De pequeño oyó decir a su padre que algunas mujeres, algunas veces, no mentían, y a su madre, que otras tantas eran los hombres quienes no hacían daño. Así que Jake pensaba que estaba prevenido y preparado para todo. Y creció muy deprisa.

Un buen día Jake decidió salir a ganarse las habichuelas fuera de casa. La vida en el sur era difícil para bohemios empedernidos, y en los bares y las plazas los ancianos hablaban de lugares mejores. Contaban leyendas que describían tabernas de piedra en nada parecidas a aquellas paredes de yeso donde se apuraban las jarras de cerveza sureña; rincones cálidos salpicados entre calles mojadas, donde una magia cautivadora se respiraba en el aire, los fantasmas moraban entre las vigas de madera de las alcobas, donde las sensaciones afloraban y el arte manaba de la roca enmohecida por el tiempo, y donde si estabas triste, los juglares te devolvían la alegría.

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