A la luz de las antorchas, el olor a ternero asado despierta el apetito. Las jarras de cerveza vuelan, brindan y celebran la última hazaña heroica. Cualquier excusa es buena para disfrutar un buen manjar, arropado por el calor del hogar y el olor de la leña ardiendo, escuchando fantasías y leyendas de labios de viejos borrachos.
El hechizo o música de los trovadores llena los oídos con las gestas de grandes guerreros, que en otros tiempos cambiaron radicalmente la historia de los Pueblos Libres, a fuerza de valor y metal, de virotes y de espadas.