En aquella casa hacía calor, la pista del circo estaba llena y nadie había escatimado en maquillaje. La felicidad sale barata, si la sabes encontrar, aunque hay quien es capaz de pagar mucho dinero. También hay quien la busca de noche, cuando sólo los búhos saben por qué aúllan los lobos.
La calle, sin embargo, comenzaba a llenarse de cuerpos. Se movían, no estaban del todo muertos, no estaban realmente podridos, pero tenían el cerebro adormecido, y lo vomitaban en las esquinas. Una linda pareja intentaba resistirse a la corriente. Ella era bonita, también él parecia un buen tipo, de esos que en las películas nunca hacen daño, o si lo hacen es en la segunda parte. Argumentaban contra una cara demacrada sobre algo que tal vez tenía su sentido… más victimas del movimiento. El pato a la naranja se lo comen algunos pero siempre lo pagan los mismos.