Lepidópteros y bombones

Mira que he visto estrellas fugaces y soles y lunas y planetas enteros precipitarse al fuego y estallar en mil pedazos, y me han apuntado con linternas a la cara en plena noche oscura (ten amigos para esto), pero nunca he visto nada tan cegador como su luz cuando llega y te saluda. ¡Hola! Un simple ‘hola’ y ya se ha encendido la fábrica de sueños, las nubes de algodón ahora son de azúcar, y el arco iris que asoma por ahí se ha vuelto caramelo. Y luego, la película transcurre, y sucede, y hay buenos y malos, y unos fechorean a otros mientras otros aman a unos, o viceversa, no sé, porque a veces todo esto resulta algo enrevesado, ya sabéis, si es que están tan difíciles estos tiempos… y yo no tengo palomitas (ni microondas, y eso es aún peor porque tener el salado maíz pero no dónde cocerlo es lo más parecido al infierno), pero ¡qué demonios! no las necesito. Nunca he ido al cine sino por cebarme como un cerdo; quiero decir que esto es algo serio.

Continuar leyendo «Lepidópteros y bombones»

Disfrazado

Sé de lo que hablo, porque alguna vez he hablado de lo que sé. Supongo que decir esto no es lo más correcto, pero qué demonios, nada de lo que tú necesitas se ha parecido nunca a lo más correcto. Sé lo que es vestirse de Caperucita y salir a comerse el bosque, a comer del bosque, a ser comido en el bosque. También sé que ella podría disfrazarse de Lobo si quisiera, porque un día yo lo hice, y nadie notó la diferencia.

Continuar leyendo «Disfrazado»

La ley de la sabana

Hay cosas que tienen sentido, y es precisamente porque no tienen ningún sentido, y ésa es su razón de ser. De la misma manera que la nada lo es precisamente todo cuando no hay otra opción para elegir. Las explicaciones perfectamente lógicas son una bomba de relojería: tarde o temprano explotan y te dejan con el mismo mal sabor de boca que tenías cuando pensabas: ‘no soy lo bastante bueno para ciertas cosas’; y es que la lógica la inventó un enfermo con traje gris, que había olvidado el significado de una bicicleta en verano. Sin embargo, soy bastante bueno en otras cosas, como jugando a las cartas. ¿De qué te sirve apostar si nadie se hace rico en el black jack? El que gana un millón de dólares realmente jugaba con dos, y varios ases en la manga. Bueno, pero ¿qué sería de tu vida sin cartas para jugar? Hay heridas del pasado que no cicatrizarán nunca, y amputaciones que nunca han producido dolor a nadie, más que a mí que pienso en ello y me estremezco, y eso lo veo hora tras hora, en los rostros de los venusianos que pueblan mi planeta.

Continuar leyendo «La ley de la sabana»

Musas y hadas

Salí con una ligera esperanza, y al final nada cumplió las expectativas. Esas cosas pasan, lo sabe hasta un niñato. Pero, aun así, ¿que garantías puede tener un corredor de apuestas? ¿Qué cabe esperar de un alma libre si no es que se marche cuando sople el viento? Las aseguradoras a veces (aunque pocas) no ganan dinero. Me encanta el frescor de la lluvia, pero pregúntale a una roca qué opina al respecto. Que moldea, que descubre la parte más fuerte de su ser, su esencia, eliminando las débiles impurezas de la superficie. O no, al fin y al cabo, ¿cómo demonios te va a responder una piedra? Si arañas demasiado un corazón acabará dejando escapar la vida que guarda.

Continuar leyendo «Musas y hadas»

Perspectiva

En aquella casa hacía calor, la pista del circo estaba llena y nadie había escatimado en maquillaje. La felicidad sale barata, si la sabes encontrar, aunque hay quien es capaz de pagar mucho dinero. También hay quien la busca de noche, cuando sólo los búhos saben por qué aúllan los lobos.

La calle, sin embargo, comenzaba a llenarse de cuerpos. Se movían, no estaban del todo muertos, no estaban realmente podridos, pero tenían el cerebro adormecido, y lo vomitaban en las esquinas. Una linda pareja intentaba resistirse a la corriente. Ella era bonita, también él parecia un buen tipo, de esos que en las películas nunca hacen daño, o si lo hacen es en la segunda parte. Argumentaban contra una cara demacrada sobre algo que tal vez tenía su sentido… más victimas del movimiento. El pato a la naranja se lo comen algunos pero siempre lo pagan los mismos.

Continuar leyendo «Perspectiva»

Ella de nuevo

Como de costumbre, me sentía ajeno a toda la escena. Hubo un día en que ella ya no era ella, sin embargo era cualquier otra ella del repertorio, que lloraba con sus perfectas lágrimas de rompo-platos-cuando-nadie-me-mira, mientras él solo sabía esbozar una estúpida mueca de estúpido borrego estúpidamente degollado. La abrazaba, y ella lloraba. Maldecía, hablaba de competir en no sé qué olimpiada, y de viajes en tren a emociones exóticas y lejanas.

Continuar leyendo «Ella de nuevo»

Las hadas duermen muy poco

Los primeros días todo tiene su gracia, supongo; las expectativas cabalgan a lomos de tiranos con prisas, aunque después la situación comienza a perder sentido. Al principio sus pupilas son espejos de Narciso, y cada contorno suyo la máxima expresión del artista que alguna vez anhelamos llegar a ser.

Pero esas vagas sensaciones se acaban desvaneciendo como una bocanada de aire cuando respira sobre mi cuello, como un dulce beso acaba tornándose invisiblemente frío cuando cruza la escasa distancia que nos separa. Las hojas del calendario son inútiles en año nuevo.

Continuar leyendo «Las hadas duermen muy poco»

Cuando llueva

Te echaré de menos cuando llueva. Romperé tus fotos, pero no todas; en algunas no eres culpable. Me olvidaré de ti con el sol del mediodia, pero alguna lágrima saldrá a buscarte por las noches. Puede que no vuelva.

Visitaré algunos parques donde solías decirme que todo era cuestión de suerte, y volveré a casa por las calles en que decías ‘para siempre’… evitaré todas esas plazas donde algunas parejas se besan y se abrazan. A veces.

Continuar leyendo «Cuando llueva»