Musas y hadas

Salí con una ligera esperanza, y al final nada cumplió las expectativas. Esas cosas pasan, lo sabe hasta un niñato. Pero, aun así, ¿que garantías puede tener un corredor de apuestas? ¿Qué cabe esperar de un alma libre si no es que se marche cuando sople el viento? Las aseguradoras a veces (aunque pocas) no ganan dinero. Me encanta el frescor de la lluvia, pero pregúntale a una roca qué opina al respecto. Que moldea, que descubre la parte más fuerte de su ser, su esencia, eliminando las débiles impurezas de la superficie. O no, al fin y al cabo, ¿cómo demonios te va a responder una piedra? Si arañas demasiado un corazón acabará dejando escapar la vida que guarda.

Así, como el agua, esa vida se me escurrió entre los dedos de la mano. Parecía una bonita noche, pero alguien encendió el sol, y la luna se me perdió. Sólo quedó un álbum con un bonito sueño de burbujas doradas. Le pregunté a una nube qué fue de su destino, y me dijo que la habían vendido a un anticuario. Uno de esos que colecciona cajas de recuerdos con olor a naftalina. Por dos monedas, añadió. por dos malditas monedas de plata. Por dos monedas ebrias. Hay musas y hadas, y no se parecen en nada. Para que una musa pueda ser musa, tiene que haber una bonita historia de por medio, y no todas aceptan la letra pequeña del guión. Hay hadas que sonríen porque consiguen ser musas, y musas que lloran porque no saben de polvos mágicos ni de palabras bonitas ni de volar. Y mucho menos de apostar.

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